miércoles, 27 de enero de 2016

Madrugada


Noté el frío de invierno cuando me dispuse a cerrar las contraventanas de la habitación. Era ya tarde, la madrugada había traído el silencio al pueblo, y tú te hacías un ovillo en la cama con la manta sobre tu cuerpo. Respirabas despacio, tranquila. Ajena al viento que asolaba fuera, lejos del mundo, soñando alguna de esas historias que luego me contabas por las mañanas.