domingo, 15 de marzo de 2015

Conversaciones con S (II)


— Tengo miedo.
S y yo estábamos en la terraza de una cafetería céntrica de Madrid, tras haber callejeado durante un par de horas en busca de la primera edición de un libro. No lo habíamos encontrado, y decidimos hacer un descanso antes de volver en su búsqueda. Tras habernos servido el camarero un par de cafés, S me hizo esa afirmación.
— ¿Miedo de qué?—le contesté, ya que ella no continuó la frase.
— De echar demasiado de menos el amor.
Me acomodé en la silla y le pregunté:
— ¿Demasiado?
— Sí, demasiado...—continuó— De echarlo tanto de menos que un día llegue una ilusión parecida al amor y me tire por la borda con todo el equipaje, incluida la razón. Que me sumerja, me hunda y no haga esfuerzos por flotar, con la seguridad de que puedo respirar, sin miedo a nada, sin miedo al dolor. Ese dolor que ya hizo estragos en mí una vez, y que con ese pequeño rayo de luz se desvanezca. Tener delante una hoja en blanco y que de una pequeña gota de ese océano, al que dejaría actuar sobre mí a su merced, surjan 20.000 palabras de viaje submarino al fondo de mis entrañas, de mi alma, que renueven, que hagan surgir historias de un minuto y sueños compartidos más allá de lo que una puede ser capaz de escribir. Que las dificultades fueran como una montaña de libros que sólo puedes sortear leyendo todos y cada uno de ellos, y parezcas invencible ante ello. ¿Quién no querría los problemas de esa forma? Pero que sin más y de pronto, cuando creas que todo es perfecto, entre esa montaña aparezca "50 sombras de Grey".
S se quedó pensativa mirando su café.
— Pero en el amor también pueden surgir grandes dificultades, ¿no? —le dije.
Me miró a los ojos con expresión seria y contestó:
— Sí. Pero no puedes quemarlas.