jueves, 19 de marzo de 2009

Duermevela

Ayer quisimos poner el tiempo al revés. Y el mundo no nos dejó.
Ayer quisimos llevar la realidad a la fantasía, pero las falsedades no lo permitieron.
Encontramos un color en medio de aquel desconcierto, y lo extendimos por nuestros cuerpos, tocándonos. Sintiéndonos. Absorbiendo color y calor. Y llegamos a la conclusión de que el mundo era nuestro.
Por ello intentamos no respirar. Nos veíamos capaces de alejarnos del mundo haciendo cosas imposibles, como el equilibrio. Y morimos en esa habitación de cuatro paredes, unidos, coloreados, y besándonos.
Nuestras almas acompañaron al viento del este, y nos templamos por el camino invariable de su trayectoria. Y sin más y de pronto, nos encontramos con que yo escuchaba tus latidos apoyado en tu pecho, descansando los dos, llorando lágrimas de libertad, siguiendo el camino del viento del este.

Y medíamos el tiempo en latidos…



Nos contamos un cuento donde acariciabas mi pelo acompasadamente, y yo, como un gato ronroneando, disfrutaba del momento. Llegamos a una playa, y decidimos apearnos, porque el Sol se iba y venía la Luna, para juntos darles envidia. Recorrimos la arena rodando y riendo, y llegamos a la orilla, decidiendo luego nadar a mariposa.

Y la luna lloraba envidia.

Dormimos allí, tumbados en la arena, acurrucados y con nuestros labios separados por medio milímetro, repartiéndonos el aire. Y tú, tumbada y dormida, soñabas magia.

Y volvió el Sol, envidioso tanto o más que la Luna.

Amanecimos siameses.

Te despertaste preguntando qué era poesía. Respondí tu nombre mientras disfrutaba de tu sonrisa.
Y tras de ti aparecieron miles de bolboretas, transformándose en corazones con su aleteo a nuestro alrededor, dándonos el aire suficiente para poder cerrar los ojos.
Pasó un segundo y los abrimos. Y tu rostro estaba tatuado de lágrimas.
Te pregunté por qué. Y sonriendo, susurrándomelo al oído, para que sólo tú y yo lo escucháramos, me respondiste:

…de amor...de amor por ti…




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Ragga*