jueves, 5 de noviembre de 2015

En la ciudad


Corre. Rompiendo los posos que dejó la niebla y la sal de las lágrimas. Huye y despoja el dolor con un grito de seiscientos cuarenta y dos hilos de voz, con la certeza de que tras el silencio siempre habrá un camino. Retén en tu puño el pulso, y que roce cada canción que levita en los oídos de la gente que camina a tu alrededor. Y di adiós. Y vuela libre. Que explote el pecho. Y resuenen los latidos en la ciudad.