domingo, 19 de octubre de 2014

Haiku II


tiembla el silencio
el alma unida al frío
y yo a tu amparo


jueves, 2 de octubre de 2014

Conversaciones con S (I)


—Ayer me encontré a un hombre muy raro  —me contaba S —, me paró en medio de la calle con gesto serio y me dijo que yo pertenecía a uno de los libros que tenía en una de las estanterías de su biblioteca. Le miré extrañada y seguí caminando sin contestarle, notando en mi espalda su mirada. Más tarde pensé en sus palabras con detenimiento. ¿Te imaginas? Formar parte de un conjunto de letras, ser de una forma u otra según quién te está observando, imaginando, leyendo las páginas del libro al que perteneces. Que tus gestos, acciones y sentimientos estén plasmados en el interior de la cubierta de un libro en una biblioteca, o un sótano polvoriento, o en la casa de algún borracho con avidez lectora además de alcohólica. Poder tener en vilo a una estudiante la noche antes de un examen bajo la luz de una lámpara, o a un policía en una de sus noches de vigilancia, momentos antes de que atrape a un ladrón o traficante. Todo esto me empezó a abrumar hasta que inconscientemente me asaltó la duda de cual era la historia a la que pertenecía en el libro de aquel hombre. Porque ¿no somos al fin y al cabo palabras?

 —Así es  —le respondí con una sonrisa.

 —Bien, pues hoy se me ocurrió volver a la misma calle y a la misma hora donde me crucé con aquel hombre. Y allí estaba, ensimismado observando un par de palomas que tomaban el sol en un balcón. Alegre por mi suerte le saludé y pedí perdón por mi abrupta y desconsiderada huida el día anterior, a lo que seguidamente le pregunté por el personaje con el cual me relacionó. ¿Y no me contesta que en el libro soy una esquizofrénica internada en un hospital psiquiátrico obsesionada con los patitos de goma?