Corre. Rompiendo los posos que dejó la niebla y la sal de las lágrimas. Huye y despoja el dolor con un grito de seiscientos cuarenta y dos hilos de voz, con la certeza de que tras el silencio siempre habrá un camino. Retén en tu puño el pulso, y que roce cada canción que levita en los oídos de la gente que camina a tu alrededor. Y di adiós. Y vuela libre. Que explote el pecho. Y resuenen los latidos en la ciudad.
jueves, 5 de noviembre de 2015
En la ciudad
Corre. Rompiendo los posos que dejó la niebla y la sal de las lágrimas. Huye y despoja el dolor con un grito de seiscientos cuarenta y dos hilos de voz, con la certeza de que tras el silencio siempre habrá un camino. Retén en tu puño el pulso, y que roce cada canción que levita en los oídos de la gente que camina a tu alrededor. Y di adiós. Y vuela libre. Que explote el pecho. Y resuenen los latidos en la ciudad.
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