lunes, 3 de septiembre de 2018

Astillas


Ella escarba en la intimidad de su interior. Resuena la grava que envuelve sus costillas, y se arrullan en su médula las palabras que se amalgaman a cada paso, en cada caída, en cada levantarse. Y en las páginas que escriben su pasado pueden verse pequeños retazos de dolor, letras que escoge cuidadosamente y convierte, con sutileza, en un desmesurado hundimiento que lleva al lector a un estado de empática soledad, de miedo irracional al vacío. Y así, con una delicadeza de orfebre, crea un mundo donde muchos podrían esconderse, pocos conocen y apenas media docena de ojos han podido sumergirse. En esa pequeña habitación con una ventana de madera astillada, con un irónico y más que certero parecido a su corazón.