martes, 9 de diciembre de 2014

La tiranía de los secretos


Es de ser ingenuo decir
que me calaste hasta los huesos
cuando en realidad llegaste
hasta los latidos.


lunes, 3 de noviembre de 2014

Parpadeo


Despierto. El silencio martillea mis oídos haciéndome partícipe de la atmósfera contenida que gobierna la habitación. Noto mi respiración pausada, que se entrecorta al notar el olor a sangre. La oscuridad se cierne sobre mí aun con los ojos abiertos, y el tragar saliva bajo mi garganta se convierte en un abucheo de masas. Parpadeo. Oigo el grifo sibilante del baño contiguo. Muevo los brazos instintivamente, y noto el quemazón en las muñecas de la sujección que me ata a la cama. Incluyo en la lista de estupideces el movimiento de mis piernas, notando como lo que sujeta mis tobillos se interna más en mi piel, removiendo la sangre seca. El cerebro me traduce un "qué cojones haces" con dolor, y mi voz resquebrajada le responde con un suspiro cansado y un par de lágrimas sin ápice de emoción. Comienzo a sudar. Parpadeo. El grifo ha parado. Noto como se acentúan mis latidos, recorriendo mi cuerpo, recreándose en las zonas atadas de mis extremidades. Más lágrimas recorren mis mejillas y se lanzan al colchón. Estoy atrapado. No sé cuanto tiempo llevo aquí. A veces despierto y creo estar muerto, hasta que noto las punzadas de dolor al moverme. Dolor. El dolor me ata a la vida. Eso y una cama de ochenta por ciento noventa. Se oyen pasos, la llave en la puerta.
Cierro los ojos.

domingo, 19 de octubre de 2014

Haiku II


tiembla el silencio
el alma unida al frío
y yo a tu amparo


jueves, 2 de octubre de 2014

Conversaciones con S (I)


—Ayer me encontré a un hombre muy raro  —me contaba S —, me paró en medio de la calle con gesto serio y me dijo que yo pertenecía a uno de los libros que tenía en una de las estanterías de su biblioteca. Le miré extrañada y seguí caminando sin contestarle, notando en mi espalda su mirada. Más tarde pensé en sus palabras con detenimiento. ¿Te imaginas? Formar parte de un conjunto de letras, ser de una forma u otra según quién te está observando, imaginando, leyendo las páginas del libro al que perteneces. Que tus gestos, acciones y sentimientos estén plasmados en el interior de la cubierta de un libro en una biblioteca, o un sótano polvoriento, o en la casa de algún borracho con avidez lectora además de alcohólica. Poder tener en vilo a una estudiante la noche antes de un examen bajo la luz de una lámpara, o a un policía en una de sus noches de vigilancia, momentos antes de que atrape a un ladrón o traficante. Todo esto me empezó a abrumar hasta que inconscientemente me asaltó la duda de cual era la historia a la que pertenecía en el libro de aquel hombre. Porque ¿no somos al fin y al cabo palabras?

 —Así es  —le respondí con una sonrisa.

 —Bien, pues hoy se me ocurrió volver a la misma calle y a la misma hora donde me crucé con aquel hombre. Y allí estaba, ensimismado observando un par de palomas que tomaban el sol en un balcón. Alegre por mi suerte le saludé y pedí perdón por mi abrupta y desconsiderada huida el día anterior, a lo que seguidamente le pregunté por el personaje con el cual me relacionó. ¿Y no me contesta que en el libro soy una esquizofrénica internada en un hospital psiquiátrico obsesionada con los patitos de goma?

viernes, 19 de septiembre de 2014

Mimetismo


Aquí todo es pared. Silencio, bocanadas y putrefacción. No hay salida. No hay entrada. No hay nada. Hasta la oscuridad, desde la luz, todo es simple, cuadrado, sin curvas. Todo es pausa. Ni un grito disecado en el techo podría parar esto. Ni una ventana al vacío. Ni siquiera un puñado de valentía. Se lo comería la oscuridad antes de llegar a la boca. No hay esperanza ni en las palabras, abocadas a la escapada y muertas en el menor atisbo de libertad. Ni tú, ni nadie. Ni el miedo, ni la paciencia. Ni el fuego ni las sombras, ni el tacto ni la sangre, ni la mentira, ni la verdad, ni el gotelé de la pared. Esto no lo salva ni Murakami.

viernes, 29 de agosto de 2014

G


Tés unha mente en constante oleaxe
Que viaxa nun mar de dúbidas
e silencios orballados,
como quen mira as pisadas na terra
e torna a súa mirada cara ó pasado.
Calquera dirá que a tristura apodérase de ti,
que de sorrisos están cheos
os teus bolsillos pechados
e que o lume de San Xoan
o ocultas entre as mans.
Así que viaxa,
pequecha dos ollos verdes,
viaxa e conta a todos
que os teus sorrisos
sólo son
para aqueles que,coma ti,
levan a morriña
preto ao corazón.


martes, 26 de agosto de 2014

Historias


Ella tendría unos 24 años cuando entró por primera vez en mi habitación y fue directamente al fondo. Cogió una de mis novelas del armario empotrado, entre todas las que lo abarratoban y llegaban hasta prácticamente el techo. Se sentó en la cama pensativa y abrió la primera página. Sonreí. Tras ello fui a la cocina a por unas galletas y un par de vasos de zumo de naranja. Lo preparé todo con tranquilidad y cuando volví a la habitación estaba absorta, leyendo y obviando todo lo que pudiera ocurrir a su alrededor. Me senté a su lado y le ofrecí una galleta. Era de sus favoritas, una mezcla de nata y pepitas de chocolate con las que a veces la embaucaba sabiendo que eran todo un vicio para ella. No me contestó, así que se la volví a ofrecer, y ante su nula respuesta confirmé todas mis sospechas. La tenía atrapada en mis historias.

jueves, 31 de julio de 2014

Mapas



Creímos cosas que se creen porque alguien, en algún rincón de nuestras historias, nos dibuja mapas del tesoro con pistas falsas. Luego, cuando estos mapas nos llevan al cofre prometido, saltan los candados y con ellos la sorpresa. Con el tiempo aprendemos que los mapas son de quien los dibuja, no de quien los persigue, y que en la vida sonríe más quien mejor dibuja, no quien más empeño pone en la búsqueda.


Una madre, Alejandro Palomas

viernes, 11 de julio de 2014

La chica del tren con el búho a la espalda


Leí hace unos días que la radiación de Cherenkov es aquella radiación de tipo electromagnético que deja atrás una partícula cuando supera la velocidad de la luz en un medio que no es el vacío.

Y aquello no hizo otra cosa que traerme tu recuerdo.


jueves, 19 de junio de 2014

Azules


Las manecillas del reloj suenan copiosamente en la habitación. Las ventanas están abiertas debido al calor que recorre los primeros días de verano, provocando que la poca brisa que pueda existir se vea superada por un ambiente estuoso. Aún quedan unas horas para que despunten los primeros rayos de Sol y alumbren la estancia de paredes blancas, pero él sigue tumbado en su cama con los ojos abiertos y fijos en el techo. Lleva sin dormir más horas de las que debería, y a pesar de ello el cansancio no hace mella en él. Tiene en la mente esa imagen, que se repite constante, imperturbable. No puede apartarla, y sólo el hecho de intentarlo provoca una mayor intensidad. Esos ojos azules y enormes que una vez fueron alegres, brillantes, y que ahora sólo aparecen una y otra vez en esa habitación, fríos como el hielo.
Finalmente, apesadumbrado, decide levantarse, dirigiéndose a la cocina del piso. Abre la nevera, coge la botella de agua y se sirve un vaso. Observa la pared, con mirada perdida, durante unos segundos. Se pierde en el silencio, deja vagar su mente, respira al ritmo del goteo del grifo. Empieza a notar sus latidos.
La sangre circulando, cada vez más rápido, martilleando por dentro sus oídos.
Se oye el golpe de algo caer a mucha distancia, suficiente para que parpadee, como volviendo en sí. Tira el agua por el fregadero, abriendo tras ello el mueble y sacando una botella de whisky. Se sirve más de medio vaso, y deja la botella abierta a un lado. Su somnífero diario. Sabe que tras ello volverá a la cama, se dormirá en un par de minutos y tendrá pesadillas hasta despertar empapado de sudor. Pero se lo bebe, sin pensar, haciendo de ello una rutina, convirtiéndolo un día más en parte de los pasos hacia la oscuridad.
Esos ojos azules… Volviendo a su mente…
Pero sabe que se dormirá pronto. Vuelve a la cama, se tumba, y cierra sus ojos. Aunque los azules siguen observándole.


Es ella la que está muerta. Pero él hace mucho tiempo que desapareció del mundo.


viernes, 30 de mayo de 2014

Tristeza


Fue allá por el 2008, cuando Ferreiro ya cantaba las siete y media y mi vida se centraba en girar y volar de idea en idea. "Tristeza" inundaba mis oídos cada vez que bajabas a desayunar al comedor de aquel hotel, vistiendo una camiseta azul cristalino y los ojos de sueños recién hechos, con esa pizca de azúcar y mermelada. Paseabas tu silencio por toda la sala, y hacías que ni las vistas de aquel mar que traspasaba las ventanas pudieran evitar que fueras la órbita de mis mañanas. No sé si era la fragilidad que sentía o esa canción diluyendo mis pensamientos, abordándolos e inundándolos con tu sola presencia.
A veces lamento recordar solamente esta pequeña parte de ti. A veces, y sólo a veces, lamento que lo demás se viera interrumpido por la metafísica.
Y a pesar de ello lo admito. Lo escribo en cada nostalgia que se escapa de mi cabeza, por si aparecen a tu lado alguna vez y decides leerlas.
Siempre has sido mi desconocida favorita.

domingo, 27 de abril de 2014

Haiku I


y el mundo cayó
como una hoja empapada
en su corazón


domingo, 20 de abril de 2014

Sueño felino

Intervalos de un segundo volteados en un silencio temeroso, que esconde el miedo de todas tus catástrofes pasadas. Sonrisas más allá de los hilos que mueven cada uno de tus secretos deseos, y sitúan mi pensamiento en un mapa con inicio en tu cintura y llegada en la última mirada que desprendes, antes de dejar hacer al sueño castillos de arena en tu cama. Fronteras que rodean todo un continente de ideas, que colman mi cabeza y hacen dudar al viento en su trayecto hacia las sombras que forman las olas de aquella playa donde nunca escuché ninguna de tus batallas. Y el recuerdo de un baile de claqué que existió solamente en un viaje al este de mis tormentas, donde vestías aquella camiseta blanca y de mirada de gato que me llevó a escribir letras en consonancia a tus vocales.

sábado, 8 de febrero de 2014

Círculo sinóptico

Terminaste de esconder todas tus dudas al amanecer, vaciaste tu memoria y me dijiste adiós en una nota que colocaste en tu lado de la cama. Cogiste tus zapatos de tacón con cuidado y sigilosa cerraste la puerta al salir. Y como un silencio apagado por los primeros coches de la ciudad desapareciste, dejándome tres posibilidades: olvidarte, buscarte o encontrarme.

viernes, 31 de enero de 2014

Palabras


Comenzó a escribir con distracción pero sin detenerse. Sobre el papel se originaban y deslizaban letras aquí y allá, de esas que aparecen sin estar preparadas, alargadas o con pequeños desmembramientos que las hacían poco parecidas a lo que el abecedario decía que eran. Cabreadas, empezaron a organizarse. En palabras al principio diminutas, formando pequeños grupos, pero poco a poco uniéndose y haciéndose cada vez más grandes. Aprovechando la distracción, llegaron a crear extensas onomatopeyas, e incluso la palabra murciélago. Y hacedme caso si os digo que las vocales unidas en un mismo grupo pueden causar grandes estragos.  Y si alguna lleva una tilde encima la cosa pasa a mayores.
Pero la distracción seguía, y las letras planificaban.
Una zeta les marcó el camino. Quizás un camino largo, pero el final haría que mereciera la pena. Seguían apareciendo, ahora más juntas, con mayor velocidad. Y en ese momento lo lanzaron.
Señuelo.
Un engaño simple, mundano, que hizo parar la escritura. No tenía sentido, no hacía más que estorbar, así que la palabra comenzó a tacharse. Y en ese momento, utilizando el bloque de tinta que se formaba, las letras comenzaron a subir por el bolígrafo. Asustado lo soltó, pero ya era tarde. Las aes y las emes empleaban los trampolines que formaban las eles, y le sujetaban con tanta fuerza que acabó por tropezarse y caer en el suelo. Suceso que fue aprovechado sin compasión.
Y en esa montaña de letras nuestro querido escritor se ahogó.
Ahora esas letras vagan por aquí y allá. Buscando una buena historia donde sean aceptadas, cuidadosamente escritas y posteriormente admiradas. Porque ante todo y por encima de luchadoras, las letras son orgullosas. Y no permiten que nadie las ponga en mal lugar ni de forma descuidada. Si eso ocurre, ellas siempre avisan provocándote un dolor de ojos constante. Así que si notas estos síntomas mientras las lees, huye. No querrás morir siendo ahogado por letras cabreadas.
Pero antes de despedirme dejadme que me presente, ante todo los modales. Soy interrogación, la que siempre cierra una pregunta. Y tengo que decir que aunque a veces la retórica me deje sola y desamparada soy un signo feliz, aunque me suela mostrar dubitativa.

Como ahora, que me estoy preguntando por qué os he contado esta historia.


miércoles, 1 de enero de 2014

Torpeza en papel en blanco

Posando tus silencios uno a uno en mis variaciones de luz, y nombrando de par en par contornos de los sonoros recuerdos en mi invierno tiritante de tu voz. Y que inventen circunferencias fragmentadas, que nombren al mismo Neruda, que aquí tú y yo somos más que una simple primavera, que aquí tú y yo somos la violencia en vena de un puto poeta en plena hibernación de su poesía.
Somos, al fin y al cabo, la cumbre del Everest hecha añicos y repartida en una cama de fragmentos de espejos octogonales, haciéndonos comprender que las miradas que me sorprenden cada vez que tu pupila se cruza con la mía dan una razón a mi guerra en la trinchera de tus piernas, dan un paso al frente en tus dudas dubitativas y colocan adjetivos a tu espalda ordenados por las letras imposibles de nuestros deseos. Y la conclusión, el desenlace o la nada nos dice que, al fin y al cabo, qué van a decir los cuerdos de tus ojos si nunca los vieron, si nunca los sintieron, si nunca, por más que quieran, los escribieron.