domingo, 1 de septiembre de 2013

Calor de invierno


Un día el mundo será feliz y la luz llegará a todas partes. Un día esa luz se convertirá en calor, en calor cálido, en una rara sensación. La sensación de estar viviendo un sueño, una historia, un cuento con final trágico y feliz. La tragedia de no poder ser tristes, de no poder llorar por dolor.

Dolor por el mundo feliz.

La luz roja se proyectará en nuestros oídos, y éstos captarán el sonido del color. Color rojo de labios carnosos, o de labios sangrando, heridos por el sonido que proyectan sus facciones. La fracción de segundo que separó ese mundo paralelo. Indiferente me es que todo sea igual, igualmente amarrado al mismo puerto, sin destino donde ir, sin parada a descansar, sin descanso y respirar.

 Respiro, luego existo, aunque extinga toda esperanza.

Espera el camino que te llevará al final, al final del círculo, del puerto no amarrado, nuevo, con pulmones. Al diferente a la igualdad, a un puente sangrante y carnoso, como labios al borde de cuentos e historias trágicas y felices, contadas por sonidos y oídas por oídos, pensando, sin jamás cerrar los ojos, en sueños rojos, cálidos y raros, sensación que convertirá la luz de todas partes en calor. Y allí amarrando una esperanza me verás, formando y transformando lo que será, un día, un mundo feliz.