sábado, 11 de diciembre de 2010

Trazas

Era extraño para mí no poder recordar su rostro. Repetía en mil folios sus ojos, marrones de otoño, y me bloqueaba por su mirada. Había algo que fallaba en mi mente, algo que no me dejaba ver más allá de sus pupilas.
Así que terminé por dibujar sus piernas. Desnudas.
Suaves, templadas, con sus rodillas juntas y sutilmente escondiendo su mitad de camino. Tumbada, relajada, rodeando un pie con el otro, rozándose apenas un milimetro.

Y el mapa de mis deseos me llevó a su cintura.

Una fina sábana transparente,apenas blanca, dejaba entrever su piel suave, deslizante, que inevitablemente, resbalando te llevaba a una tierra entre montañas inexplorada. Y me adentré sin miedo, con seguridad. Y con la idea de que no podría haber otros caminos.

Era extraño para mí no poder recordar su rostro. Me había perdido en su cuerpo,y había vuelto a olvidar mi mente a cambio de otro minuto de recuerdo.

Y aquí quiero desaparecer...Mientras busco algún atisbo de tus ojos. De tu rostro. Que de nuevo me haga perderme en el tacto de tu esbozo...